
La sociedad actual tiene, entre otras, unas señas de identidad que vienen definidas porque cada vez existe una mayor fractura social que garantiza que aumenten las diferencias entre los individuos y aparezcan fenómenos de marginación y exlusión social cada vez más agudizados. Las causas pueden ser, y lo son, múltiples, pero entre ellas podemos reseñar el adelgazamiento del estado del bienestar. Las situaciones de precariedad laboral y la falta de una educación sólida son factores que ayudan a que las personas encuentren pocas posibilidades de integración y desarrollo en la sociedad a la que pertenecen. Las diferencias son cada vez mayores entre los distintos colectivos que conforman la sociedad, creándose así bolsas de paro y marginación, cuando en la antípodas de estos colectivos existen otros que viven en la opulencia. Una sociedad justa e inclusiva no puede permitir que ciudadanos de hecho y de derecho, nos estamos refiriendo tambbién a toda la población inmigrante, visualicen desde la paupérrima pobreza y la indigencia el espectáculo de la ostentación y abundancia de colectivos privilegiados. Que en muchos casos obtienen esa situación, no precisamente, por caminos lícitos.
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